En el paso del tiempo nos hemos acostumbrado a la presencia de la mujer más como modelo que como mano ejecutora de la fotografía. No obstante, sin condenar el perfil masculino exclusivamente a las tendencias más osadas de las artes visuales, como el fotoperiodismo por ejemplo, bien cabría la pregunta de si realmente existe una visión femenina y una masculina en el campo de la imagen, sin negar también que ellas son capaces de incursionar en los distintos terrenos de la fotografía de cara a los tiempos que transcurren. Independientemente de las discusiones académicas planteadas en torno a las diferencias orgánicas (cerebro masculino-femenino), indudablemente podemos colocar sobre la mesa planteamientos de índole estrictamente cultural que nos llevan a aceptar una sensibilidad femenina particular vinculada a temas como la infancia, la gestación, la maternidad, en fin, aquellos en los cuales la naturaleza ha colocado a la mujer como protagonista determinante razón por la que ha podido desarrollado una forma de percibir los sentimientos y los vínculos emocionales de forma especial, como si se tratase de su reino particular.
Cuando hablamos de emociones, sentimientos, vínculos afectivos, creación, naturaleza y fotografía, viene a mi mente una fotógrafa en particular y no es otra que ANNE GEDDES, cuyo trabajo es conocido en el mundo, contando con traducciones hasta en veinticuatro idiomas de los libros que ha producido con sus geniales obras. Pero más allá del éxito desde el punto de vista empresarial, debemos observar el talento en el acierto de su visión y sensibilidad captando sublimes expresiones de personitas que no atienden las directrices del set fotográfico. Ella ha logrado con excelencia la utilización de los elementos de la naturaleza y los tiempos de esta, las estaciones, las edades, el comienzo, la creación y su integración con lo natural, para apoderarse de todo un estilo único e irrepetible. Es difícil no reconocer cuando una imagen fue creada por Anne. Actualmente sus fotos son como una especie de idioma universal.
En la red pueden encontrar infinidad de información sobre su vida, origen y desarrollo. Que es Australiana, que ama la fotografía desde la infancia y un poco cómo ha sido su desarrollo admirable por demás en este campo, pero me gustaría enfocar esta nota en un aspecto que considero importante para reflexionar con mis compañeros de estudio y es que observemos que el trabajo de Anne parte de una palabra: “Sencillez”. Analicemos sus imágenes y pensemos en cuantos elementos intervienen en ellas. Los resultados se traducen en extraordinarias visiones que a veces nos llevan mas allá del plano real, pero si detallamos sus elementos nos damos cuenta que no necesita grandes o costosos objetos, ni tan siquiera extraordinarios vestuarios, ni a veces productos creados por la mano del hombre. Es impecable la forma como extrae de tan pocos factores resultados tan fascinantes. Claro está, esos pocos elementos son nada mas y nada menos que la vida, la creación, la naturaleza y en su fórmula mágica ella cocina la receta perfecta con algo de hechicería y sentimiento femenino, diría yo.
Así pues, cuando se enmaraña nuestra mente fotográfica y nos sentimos desalentados porque creemos algo así como que "la musa se fue de vacaciones", pensemos en una palabra, vayamos al origen de todo: “sencillez”. Partir de lo esencial para lograr lo monumental.
Aquí les dejo unas extraordinarias imágenes de la genial Anne Geddes.